23 septiembre 2015

Inundaciones parte III – Cambio climático - ¿Cambió la intensidad de nuestras lluvias?



Inundaciones parte III – Cambio climático - ¿Cambió la intensidad de nuestras lluvias?
En 1987 se firmó el Protocolo de Montreal, uno de los hitos normativos clave para entender el funcionamiento y la complejidad de las instituciones involucradas actualmente en temas ambientales. Con este protocolo se estableció un principio de precaución, según el cual los países se obligan a tomar medidas tendientes a preservar la seguridad humana, incluso cuando no exista evidencia científica incontrastable que así lo aconsejare.

En 1988 se creó el  IPCC, el Panel científico intergubernamental para el Cambio climático.

En 1992 se conmemoraron los primeros 20 años de la Conferencia de Estocolmo y se celebró la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro. Como consecuencia de esta cumbre, se crearon 3 nuevos organismos, uno de los cuales es la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio climático, CMNUCC ó CMCC, que inició sus actividades en 1994.

Para el IPCC, cambio climático es toda modificación de cualquier variable climática, ya sea en el promedio y/o en la dispersión. No se refiere necesariamente a la temperatura media. Esta definición incluye todo cambio, tanto atribuible a causas naturales como a la acción del ser humano.

Bajo esta definición, y sabiendo que el clima varía cíclica y continuamente a lo largo del tiempo geológico (cientos, miles, o millones de años), toda la comunidad científica y técnica acepta que el cambio climático existe.

Para la CMCC, cambio climático es toda variación en el promedio de la temperatura,  mientras pueda ser atribuida a la acción del ser humano. Muchos científicos creen que el cambio climático no existe bajo esta definición.

[Hay también episodios de cambio climático abrupto (ha habido unos 25 en los últimos 100.000 años). El último de ellos, el Dryas joven, ocurrió apenas antes del inicio del Neolítico y extinguió a muchas especies (los homínidos estuvimos cerca de sucumbir).]

Mientras que el IPCC es el organismo científico, la CMCC es el organismo político que busca establecer compromisos y planes.

El IPCC no genera información científica propia, sino que recopila la que considera relevante. A lo largo de su historia ha puesto mucho énfasis en modelos matemáticos predictivos.

La CMCC tiene en las cumbres anuales su máxima instancia decisoria. Los países son las partes de la convención, por eso a las cumbres se las llama COPs, conferencia de las partes por sus siglas en inglés.

Cuando se trata de emisiones y demás cambios globales y stocks del ciclo biológico del carbono, suele usarse como unidad a la Giga tonelada de carbono (GtC ó 109 tn, es decir mil millones de toneladas de carbono). El stock de carbono de los océanos es de 40.000 GtC, el del suelo hasta 1 m de profundidad es de 3.000 GtC (mitad orgánico y mitad inorgánico) y el de la atmósfera es de 750 GtC.

En el caso del CO2, la cantidad emitida naturalmente es de unas 200 GtC anuales, un 97 % del total (mayoritariamente emitidas por los océanos). La actividad humana es responsable de emisiones anuales del orden de 7 GtC (sólo el 3 % del total). Del total emitido por el ser humano, la mayoría corresponde a la quema de combustibles fósiles (gas, carbón y petróleo), pero aproximadamente 1 ó 1,5 GtC son emitidas por las actividades agrícolas (sobre todo por los llamados cambios en el uso del suelo, deforestando y/o consumiendo materia orgánica, sobre todo esto último).

En muchas ocasiones se usa la unidad GtCO2eq, Giga toneladas de dióxido de carbono equivalente (1 GtC equivale a 3,67 GtCO2eq). La expresión equivalente se refiere al cálculo de los efectos de cada gas, ajustados por su capacidad de generar calentamiento. Cada molécula de metano tiene un efecto invernadero 28 veces superior a una de CO2 (asumiendo impactos a 100 años vista; en cambio, de haber un cambio climático abrupto y evaluarse impactos a sólo 10 años vista, el metano tiene 100 veces más efecto que igual cantidad de CO2, dado que su vida media en la atmósfera es de sólo unos 8 años). En el caso del óxido de nitrógeno, esa capacidad es 290 veces  superior a la del CO2.

Analizando sólo estos 3 gases (CO2, CH4, N2O) debe atribuirse aproximadamente un 72% del efecto invernadero conjunto al CO2, porque está presente en mayor concentración, un 21% al metano y un 7 % al óxido de nitrógeno (hay 235 veces más concentración de CO2 que de metano y hay 1.250 veces más concentración de CO2 que de óxido de nitrógeno). Sumados estos 3 gases ejercen un efecto directo mínimo respecto del que ejerce el vapor de agua (unas 20 veces menor).

Muchos científicos creen que estos gases ejercen también un efecto indirecto,  incrementando la concentración de vapor de agua (generando una retroalimentación positiva, que aumenta el calentamiento). Para esta línea de pensamiento (la del IPCC), el efecto indirecto es lo importante.

Otros científicos creen que la clave son el sol y los rayos cósmicos, y que el efecto indirecto de los gases de efecto invernadero es inexistente, o bien irrelevante, o incluso generador de una retroalimentación negativa, aumentando la presencia de nubes (no vapor, sino agua en estado líquido y sólido que hace disminuir la temperatura en lugar de aumentarla). Para este grupo, el aumento de temperatura es la causa, y el aumento del CO2 es el efecto (al menos, en un horizonte temporal de cortísimo plazo, por ejemplo 100 años).

Estas visiones contrapuestas configuran el nudo de las discusiones respecto de si el ser humano influye significativamente en la marcha del clima, o si no lo hace.

Hasta el momento, todos los pronósticos del IPCC han fallado. La temperatura media del aire no ha aumentado en los últimos 19 años, medida con termómetros terrestres. Lo mismo ocurre con las mediciones satelitales, desde que estas existen (desde diciembre de 1978, sin cambios significativos). Ha empeorado la calidad de la medición de la temperatura mediante estaciones terrestres (quedan 3.500 de las 6.000 que había funcionando hace 40 años, mayoría de ellas en zonas costeras más cálidas; pese a lo cual se siguen promediando con los valores de las 6.000 originales). El nivel del mar sigue aumentando en promedio a un ritmo de 3 mm / año, lo que es un valor esperable cuando se observa una serie larga de tiempo. Debe recordarse que la llamada Mini era del hielo finalizó muy recientemente, a mediados del siglo XIX, por lo que el aumento de la temperatura de los últimos 150 años (0,8 º C, aproximadamente) está dentro de la variación esperable.

Del total emitido por la humanidad desde el inicio de la Revolución industrial hasta hoy, un tercio corresponde al último período de 20 años, en que la temperatura no ha variado. La variación ocurrida a lo largo del último tercio del siglo XX es similar al error de medición, no es estadísticamente significativa.

Tampoco han variado significativamente otras variables del clima, hecho confirmado por la ausencia de trabajos científicos que afirmen tales cambios. En igual sentido, las aseguradoras y reaseguradoras continúan con la misma casuística. Sus actuarios no aconsejan ningún cambio en la percepción de los riesgos climáticos (son conocidas las afirmaciones de Warren Buffet en tal sentido, sobre todo cuando se refiere a Geico). Las recomendaciones del IPCC y las negociaciones de la CMCC siguen tomando 100 años como horizonte temporal para la toma de decisiones, confirmando que no se perciben cambios drásticos ni urgencias extremas.

El CO2 ha estado aumentando a razón de 1,4 ppm/año en promedio, durante 1960 a 1990, luego ha aumentado a una tasa de 1,9 ppm/año y desde hace unos años se ha desacelerado, aumentando a razón de 1,5 ppm/año. Desde hace al menos 15 años la humanidad emite menos CO2 por unidad producida. Las emisiones proporcionales (medidas logarítmicamente) son cada vez más bajas (el IPCC acepta este criterio, que no es otro que el de la fórmula de Arrhenius de 1896).

[ΔF = α ln (C/C0); el ΔF es la variación del forzamiento radiativo medida en W/m2 (Watts por metro cuadrado), que es una medida objetiva del cambio en la radiación incidente del sol sobre la superficie del planeta; α es 6,3 según el IPCC (según Arrhenius podía llegar a ser 7); el otro factor es el logaritmo natural del cociente entre el contenido de carbono final y el inicial, ambos expresados en ppm (partes por millón volumen dividido volumen; volumen del dióxido dividido el volumen total de la atmósfera). Es fácil entender que, por ejemplo, duplicar de 280 a 560 ppm requiere 185 años, a 1,5 ppm / año, pero generar un efecto igual partiendo de 400 ppm, requiere 266 años (400 dividido 1,5) y así cada vez más.]

Teniendo en cuenta a Arrhenius, para repetir el efecto generado por pasar de 250 a 500 ppm de CO2 hay que pasar de 500 a 1.000 ó de 1.000 a 2.000 ppm. Cada nueva molécula añadida tiene menos efectos que la inmediata anterior.

Hay aspectos que podrían ser positivos, aún sobreestimando el impacto de la humanidad en el cambio climático. Por ejemplo, se podría aumentar la eficiencia energética, diversificar las fuentes de energía primaria, desarrollar completamente al auto eléctrico, mejorar la capacidad de almacenar energía eléctrica en baterías fijas o en el propio auto eléctrico, que de día entrega electricidad y de noche la recibe, mejorar las redes de distribución de electricidad y hacerlas inteligentes (las llamadas smart grids), mejorar la eficiencia de producción del ganado rumiante, disminuyendo al mismo tiempo la cantidad total emitida de metano y aún más, la cantidad emitida por unidad producida, secuestrar carbono a través de un mejor manejo de suelos, incrementando la materia orgánica joven de los suelos, previniendo la erosión, aumentando la capacidad de retener agua, mejorando los rendimientos, aumentar la eficiencia en el uso del agua para riego, mejorar los procesos de uso de ósmosis inversa o aún mejor, reemplazarla por tecnologías superadoras, cuidar e incluso crear corredores biológicos continuos, preservando la biodiversidad, frenar la disminución de humedales, usar mejor la celulosa, hacer bioetanol celulósico, cultivar algas para diversos usos, hacer acuacultura eficazmente, cuidando a los mares, hacer fermentación en estado sólido, ir hacia un flujo circular de nutrientes y energía, prevenir la compactación de suelos y la eutrofización de cuerpos de agua, etc, etc.

Por otro lado, las más recientes encuestas adecuadamente direccionadas, conteniendo las preguntas correctas, indican que a nivel mundial sólo un 40-45 % de los científicos especializados en clima acuerdan con la principal afirmación del AR5 del IPCC, que dice que “la humanidad es la principal causa en la variación de la temperatura de la atmósfera, con un intervalo de confianza del 95 %” (sic).

Los famosos e irreales guarismos que indicaban que el 97 % de los científicos apoyan los dichos del IPCC están basados en preguntas obvias, incorrectas, dirigidas a su vez a un público inadecuado. Sigue citándose esa cifra porque ha logrado constituirse en un meme (meme, unidad comunicacional indivisible, estudiada por la memética).

De modo tal que puede afirmarse sin dudas que la intensidad y cantidad de nuestras lluvias no ha variado significativamente.

Sí es cierto y relevante recordar que nos encontramos a mitad de camino de la fase desfavorable de la Oscilación multidecádica del Atlántico, que tiende a crear una peor distribución de lluvias.

Las lluvias de nuestra pampa húmeda no son intensas ni repetidas. Tomando a Rosario y zona como ejemplo, conviene recordar que sólo llovieron 4 días consecutivos en una única oportunidad en los últimos 6 años (tomando lluvias superiores a los 5 mm en cada día).

La intensidad de las lluvias de la pampa húmeda raramente supera los 25 ó 30 mm por hora, de manera sostenida (3 horas o más). Las estaciones meteorológicas automáticas corroboran eso y brindan además una apertura detallada, midiendo las lluvias cada 10 ó 15 minutos.

Así, tomando lo ocurrido en la cuenca del Río Luján (una cuenca pequeña, menor a las 250.000 ha), es clave recordar que en Mercedes, en la cuenca alta, llovió relativamente poco y con poca intensidad. Sólo se registró un período de 10 minutos en donde cayeron 19,4 mm (una intensidad instantánea de unos 120 mm por hora), pero luego las intensidades disminuyeron sensiblemente a los valores normales, y además hubo largos períodos sin lluvias. Dejó de llover a las 12 hs del día 6 de agosto, durante 12 horas no llovió, luego cayeron 20 mm, luego no llovió durante 48 hs, hasta que se dieron lluvias importantes los días 9 y 10, que sumadas a las de los días 5 y 6 totalizaron unos 190 mm en 100 horas (una intensidad promedio de sólo unos 2 mm / hora, con 12 hs consecutivas sin lluvia y 48 hs consecutivas sin lluvia, luego de cada uno de los 2 momentos de cierta intensidad).

¿Qué ocurrió? No es la intensidad, ni la cantidad total acumulada. Hay baja intensidad, hay períodos intermedios sin lluvias. ¿Es un problema agronómico? Vale decir, ¿hay déficits en el manejo del agua en el suelo? ¿Las napas impiden la conductividad hidráulica del suelo? ¿Es un problema hidráulico? Vale decir, ¿hay una mala conducción de excedentes aguas abajo, con tramos con avance rápido y tramos con taponamientos? ¿Es un problema hidrogeológico? ¿Es un problema urbanístico? Vale decir, ¿hemos invadido imprudentemente el valle de inundación, construyendo allí? ¿Es una combinación de factores? Continuaré el análisis, sobre esta cuenca, sobre el caso de Sanford en Santa Fe y sobre la gran cuenca del Río Salado bonaerense.




En la próxima entrega:
Inundaciones parte IV – Siembra directa - ¿La SD genera externalidades en todos los casos?


Ing. Agr. Luis Villa
@LuisVilla2805

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