09 septiembre 2018

Mi respuesta pública a las alevosas difamaciones contra el agro formuladas por la periodista Laura Di Marco


Aclaración inicial

No he visto el programa de Mirtha Legrand de ayer ni tengo previsto flagelarme viéndolo. Sólo he visto y escuchado un breve extracto que resulta más que suficiente para formular estos comentarios a modo de respuesta pública.


Grandes números – Algunas personas que han estado difamándonos

Nuestro país tiene un Producto Bruto Interno (PBI) de unos US$ 550.000 millones (M), si partimos de valores aproximados, previos a la devaluación, el overshooting y la sequía (y obviamente previos a la recesión en ciernes).

Es un ingreso medio anual aproximado de US$ 12.360 para los 44,5 M de habitantes, confirmando que somos un país con un desarrollo intermedio.

El agro (todo lo que ocurre “tranqueras adentro”) contribuye con unos US$ 38.000 M, aproximadamente un 7 % del total.

Este es un número que suelen interpretar y utilizar erróneamente quienes parecen disfrutar con señalamientos hacia el agro basados en verdades a medias.

Pienso en Javier Rodríguez, funcionario de Agricultura en el final del kirchnerismo y hombre del riñón de Axel Kicillof, compañero de él en el CENDA. Rodríguez protagonizó algunos debates con Juan José Llach que confirman la falta de ecuanimidad hacia el agro por parte de muchos investigadores.

Pienso también en la fallecida Norma Giarracca y en su pareja Miguel Teubal, integrantes del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

Teubal es Investigador Superior del CONICET. Sólo aproximadamente el 1 % de los más de 10.000 Investigadores revisten la condición máxima, la de Investigador Superior.

Giarracca siempre se manifestó como profundamente anticapitalista y afirmó que la agricultura industrial es “imperialista y excluyente” (sic). Es importante leer lo que ellos han publicado sobre la 125, es muy aleccionador.

También leer sus tuits y retuits. Por ejemplo, como ya he retuiteado hoy domingo 09/09, aquel en el que Giarraca dijo que General Deheza era “una ciudad atravesada por el agronegocio y con un olor pestilente” (sic).

En Twitter he citado ya a Hernán Giardini, de Greenpeace. A él también le gusta utilizar el término sojero como un insulto. Repite, como muchos ambientalistas, que hemos deforestado 70 M de hectáreas, lo cual es un dato alevosamente falso.

De este tipo de seudointelectuales y activistas es que han estado nutriéndose periodistas como Laura Di Marco, nuesto Reynaldo Sietecase (nuestro por rosarino, visto desde mi perspectiva) y María O'Donnell.

Pero también hay investigadores con formación biológica que están en contra del agro con argumentos insólitos. Por caso, la semana y también por Twitter, Ernesto Resnik (Biólogo molecular) me dijo “el campo ha sido, lamentablemente, parte de la cultura de corrupción, evasión, precariedad laboral y desfinanciación del Estado con su oportunista 'informalidad'” (sic).

Y también me dijo “el campo argentino evade impuestos como ninguno, el campo argentino es el único en el mundo que roba patentes y royalties y perjudica el desarrollo tecnológico del mismo campo” (sic).

Volviendo a los números, del total de nuestro PBI, 7 % lo aporta el agro hasta la tranquera, aproximadamente un 17 % la industria (tuvo un pico a mediados de los ´70 y luego no paró de caer) y el resto son servicios. Dentro de la industria, la agroindustria ppmte dicha (alimentos, bebidas y tabaco) es el 30 %, la madera es el 1 % y textil y curtiembres son el 8 %; con lo que agroindustria en un sentido amplio es casi un 40 % de la industria.

El Producto Bruto Mundial es de unos US$ 80 Trillones (Tr, trillones sajones, millón de millones o 10 a la 12).  El agro hasta la tranquera es US$ 3,5 Tr, la industria es 22,5 y el resto son servicios. De los 22,5 de industria, 5 son agroindustria en sentido amplio.

Hay países en los que la agroindustria es unas 13 veces el agro (EE.UU.) o unas 80 veces (Países Bajos). Mientras, el promedio mundial es 1,5 veces y en el caso nuestro ni siquiera llegamos a eso.

Esto puede verse como un problema o como una solución, una forma de progreso sostenido (el vaso está parcialmente lleno, hay mucho por hacer).

Nuestro costo logístico es gigantesco, de 27 % del PBI (hemos descendido en el LPI, el índice relativo que elabora el Banco Mundial). En Chile es 18 % aproximadamente y como promedio en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) es 9 %.

Bajar en un tercio nuestro costo logístico y asignar algo más de la mitad de ese ahorro a mejorar el ingreso de las familias, significaría unos US$ 250 mensuales para cada una de las 11,5 M de familias que habitan el país.

Lograrlo requiere dedicar anualmente a infraestructura no menos de 7 puntos del PBI durante un par de décadas, con distintos mecanismos. La Participación Público Privada es uno imprescindible.

De nuestro PBI, 75 % se destina a consumo, 10 puntos a mantener la infraestructura existente y sólo 15 a ahorro / inversión.

Nuestra estrategia debería ser pasar a exportar unos US$ 150 ó 180.000 M de agro, aunque el valor por tonelada no supere los US$ 600. A partir de allí, avanzar en el agregado de valor. Esto requiere una economía mucho más grande, con inversiones anuales duplicando como mínimo a las actuales.

Hoy somos una economía cerrada, que apenas exporta US$ 1.500 / hab / año contra 20.000 de Alemania (a lo que hay que sumar lo que generan las empresas alemanas fuera de su país).



Breve conclusión

Es imposible crecer y desarrollarnos con otra estrategia que no sea esta, mucho crecimiento del agro y de la agroindutria, mucha mejora en la productividad, la innovación y la logística.

En todos esos temas no hemos tenido hasta ahora el lobby que asegura Di Marco, sino todo lo contrario.

Debemos diluir el enorme costo fijo diario que implica “levantar la persiana” en nuestro querido país.

No sobra gente, al contario. Faltan 6 M de empleos de calidad, la enorme mayoría en el sector privado y con una distribución territorial acorde.

Si algo quiere hacer el sector agropecuario es invertir y reinvertir en el país y ayudar al crecimiento y al desarrollo nacional.

Ing. Agr. Luis M. Villa
AGRO&FINANZAS

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