PROYECTO
DE ELIMINACIÓN COMPLETA Y EN UN ÚNICO MOMENTO DE LOS DERECHOS DE EXPORTACIÓN DE
PRODUCTOS AGROPECUARIOS Y MANUFACTURAS DE ORIGEN AGROPECUARIO
Fundamentación
económico financiera y agronómica
Los Derechos de Exportación (DEx) referidos
coloquialmente como “Retenciones” son un instrumento muy utilizado en nuestro
país, desde el siglo XIX y hasta la actualidad.
Jurisprudencia relativamente reciente de la
Corte Suprema nos indica que deberían ser considerados como Impuestos y no como
Aranceles.
Los DEx fueron reimplantados inmediatamente
luego del fin de la Convertibilidad (si bien el poroto de soja tributó 3,5 %
durante el “1 a 1”, configurando una protección o estímulo para su
industrialización en nuestro país).
Para 2003 las retenciones representaban
aproximadamente unos US$ 2.500 M anuales. Un 20 % de eso configuraba un ahorro
para la población, vía menor precio interno de los alimentos, mientras que el
resto era un ingreso no coparticipable para el Tesoro nacional.
Tomando en consideración a todo el conjunto
de las cadenas agroindustriales y alimentarias, los DEx representaron unos US$ 8.500
M en 2021. Es poco probable que más del 15 % de ese monto haya significado un ahorro
directo para la población.
Fundamentación
económico financiera
El país no crece en forma sostenida desde
2011, luego de haberlo hecho a más del 8 % anual durante 5 años consecutivos,
en el período 2003/2007. El PBI de fines de ese lapso fue 51,8 % mayor respecto
del valor de inicio.
Para 2007 el país contaba todavía con
superávits gemelos (superávit fiscal primario y superávit comercial), aunque
había signos de agotamiento; el Riesgo país aún se ubicaba por debajo de los
200 puntos. Incluyendo devengamientos por los bonos no ingresados al canje de
2005, la carga anual de intereses no superaba el 2,5 % del Producto (contra 8 a
9 puntos del PBI durante la gestión de la Rúa).
En números aproximados, en la actualidad
hemos recuperado el nivel del PBI de 2018 (no en valores per cápita obviamente,
dado que la población continúa aumentando), con el doble de inflación y de
pobreza (50 vs 25 %, en cada caso). La carga de intereses se ubica en unos 5
puntos del Producto y continúa su deterioro.
Somos una de las 5 o 6 economías más
cerradas del Planeta, midiendo la suma de Exportación + Importación y
relacionando ese monto con el PBI. Esto ha mejorado algo, pero es debido al
achicamiento en el denominador y a una nueva ola de buenos precios de los
commodities agrícolas, energéticos y en parte mineros, que actúa elevando al
numerador.
La actual Administración asumió con un US$
oficial de $ 60 y uno paralelo (CCL) de $ 75, con una brecha de 25 % (como se
la mide habitualmente). Actualmente la brecha es de algo más de 70 % ($ 111 y $
191 / US$), luego de haber superado el 100 %.
En parte esto se debe al atraso cambiario de
todo 2021 (año electoral).
Datos obtenidos desde el BCRA y el BNA
(US$ Divisa, tipo comprador)
Visto desde la perspectiva exportadora, en
la actualidad el factor negativo principal es la combinación de atraso y de desdoblamiento
cambiarios, incluso por sobre los DEx. El país necesita crecer y así diluir sus
erogaciones fijas, la carga de intereses y el presupuesto de la Anses y de la
Seguridad social y la Educación y Salud públicas (más allá de la jurisdicción soberana
o subsoberana que deba afrontar tales erogaciones).
El Ejecutivo pretende diluir esta carga fija
mediante Inflación siendo que lo deseable es que ocurra mediante Crecimiento
(el Desarrollo es una etapa posterior).
La eliminación inmediata y completa de los
DEx generaría una serie de impactos positivos claramente superiores a los
negativos, que podrían ser atendidos.
Asumiendo un incremento de la producción
agropecuaria del orden del 30 % (por única vez pero sostenido en el tiempo), es
razonable suponer que el ingreso de divisas al BCRA se incrementará en no menos
de US$ 10 o 12.000 M anuales (unos US$ 1.000 M por mayor producción y
exportación proveniente de la cosecha fina, sobre todo trigo pero también
cebada, otro tanto por incrementos en la exportación de carne bovina y lácteos,
buena parte del resto por la cosecha gruesa, sin dejar de considerar el aporte
de la cadena arrocera, la manicera y todas las otras economías regionales con
capacidad exportadora).
Esa cifra podría superar incluso los US$ 15
a 17.000 M anuales (siempre medidos en base incremental). La AMO, la Oscilación
Multidecádica del Atlántico, ingresó en la fase más desfavorable para nuestro
país, y esto introduce volatilidades significativas en la comparación de
resultados de años consecutivos.
La expectativa generada a partir de la nueva
situación bien podría atemperar la demanda legal de US$ en los sistemas de CCL
y MEP. El Ejecutivo podría acelerar el ritmo devaluatorio del tipo de cambio
oficial unos 25 puntos por sobre la inflación de 2022. Podría llegarse a
finales de año con tipos de cambio de $ 292 (CCL) y $ 206 (oficial), bajando la
brecha a algo levemente por encima de 40 %.
206 = 103 x 1,6 x 1,25
(103 es el valor de arranque; 60 % es la
inflación proyectada y 25 % es la tasa de devaluación real del período del
dólar oficial)
292 = 195 x 1,5
(195 es el valor de arranque; 50 % es la
tasa de devaluación nominal del período del dólar libre)
El Índice de la FAO para los precios de los
alimentos se ubicó en un nuevo récord en el mes de febrero, con un valor de
140,7. Todavía no está reflejado allí el efecto de la guerra en Ucrania. El
valor de 2019 fue de 95,1 (esto configura un argumento a favor del Ejecutivo,
poco usado y mal argumentado por la Administración nacional).
Sin perjuicio de mejoras en la calidad de la
asistencia social actual, es razonable prever una erogación extra equivalente a
US$ 150 / familia / mes (al tipo de cambio libre) para 4 M de familias y
durante no menos de 18 meses. Se trata de una erogación significativa, pero que
debe hacerse en pesos argentinos. Se está frente a una decisión éticamente
inobjetable, dado que no hay prioridad superior a disponer de una alimentación
sana y completa (el acceso a aire puro, un ambiente sano, la ausencia de ruidos
molestos y una seguridad mínima serían algunos de los pocos casos a listar en
forma simultánea o tal vez previa).
La ayuda señalada en el párrafo anterior se
funda en la necesidad de asegurar que la población con menos recursos pueda
enfrentar el incremento adicional, por única vez, que tendrán muchos de los
alimentos (que luego sólo bajarán de precio real en el mediano plazo, sea por
bajas en el mercado internacional junto con una economía argentina más abierta
e integrada, sea por una mejora en la productividad y el nivel de actividad
doméstico, sea por una combinación de ambas).
En simultáneo, debería establecerse un
programa de corto plazo que resuelva provisoriamente el suministro de agua
potable, que es el primer alimento (8 M de habitantes consumen agua no segura
en nuestro país). Algo similar puede decirse respecto del suministro de
electricidad (consumimos 3.000 kWh / hab / año en promedio, pero con amplias
regiones con consumos de 500 kWh; un valor bajísimo).
Como resultado esperable, mejorará la paz
social, se incrementará el nivel de actividad y de empleo, no habrá
desfinanciamiento en el Tesoro, aumentará el stock de Reservas en el BCRA y
disminuirá la brecha cambiaria a aproximadamente la mitad de la actual; todo al
cabo de 12 meses. Esto requiere de medidas urgentes, para permitir planificar
la campaña fina que se inicia bajo el nuevo escenario.
Si bien no es el tema de este escrito,
teniendo en cuenta brevemente la visión de Sistema (sobre la que volveré en
futuros escritos), conviene mencionar adicionalmente que una baja del gasto en el
nivel más alto de la Administración podría generar el fondeo necesario para
resolver definitivamente un tema social gravísimo, la Malnutrición infantil
aguda (unos US$ 100 M mensuales, al tipo de cambio libre; tal vez durante unos
18 meses). Mejoraríamos así nuestros índices y dejaríamos atrás la presencia
permanente de unos 50.000 chicos emaciados, exageradamente delgados, en peligro
inminente de sufrir daños irreparables.
Mientras la austeridad de la clase política
financia el combate a la malnutrición, un redireccionamiento de los US$ 14.500
M a erogar este año en subsidios al consumo de energía (es racional destinar
sólo el 25 %) permitirían superar el primer año del nuevo esquema. Esquema que
debería reportar US$ 1.000 M incrementales al BCRA en enero/febrero de 2023
(liquidación de la cosecha fina) y al menos otros US$ 10.000 M incrementales en
mayo/agosto.
Fundamentación
agronómica
Según la última publicación conjunta de la
FAO y la OECD (junio 2021), la prospectiva a 10 años prevé que para entonces
habrá a nivel mundial una disponibilidad de 3.025 kilocalorías (kcal) por
habitante y por día.
Esto supone un incremento de 4 % sobre las
2.900 kcal actuales (en todos los casos, antes de desperdicios y de
transformaciones en proteína animal). Ocurriría luego del aumento de 7 %
respecto de las del año 2000, que eran 2.700 kcal.
En referencia a los incrementos de
producción, que deben atender esta mayor disponibilidad por persona y el
aumento de la población mundial, estiman que un 87 % provendrá de una mayor
productividad por cada cultivo, un 7 % de una mayor intensidad en el uso del
suelo (mayor proporción de doble o triple cultivo por año) y sólo un 6 % de
incrementos de superficie (que se darían mayormente en Sudamérica).
Lo que sigue es una descripción general de
nuestro recurso Suelo (he omitido hacer referencias similares, referidas al
Clima). Cifras en millones de hectáreas (M Ha).
Cifras redondeadas
Elaboración propia a partir de datos
del Instituto de Suelos del INTA
Si bien es una clasificación taxonómica y no
utilitaria, es sabido que los Molisoles son de los suelos más productivos del
mundo. Existen 750 M Ha en todo el mundo y más de 80 M Ha están en nuestro
país. Además, Argiudoles, Argiustoles, Hapludoles y Haplustoles son una
proporción mayoritaria.
Considerando ahora la clasificación
utilitaria, conviene señalar lo que sigue.
Elaboración propia en bases a datos
del INTA
Elaboración propia en bases a datos
del INTA
básicamente lo generado en los
informes sobre las ZAHs
las Zonas Agroeconómicas Homogéneas
Este stock de suelo de calidad contrasta con
las aproximadamente 26 M Ha (físicas) sembradas básicamente cada año con trigo,
cebada, soja, maíz, girasol, sorgo, arroz y algodón.
Breves
conclusiones preliminares
Es fácil concluir preliminarmente que no
existen restricciones respecto del recurso Suelo (tampoco las hay respecto del
Clima, más allá de la coyuntura que nos plantea la AMO).
La única restricción que podría limitarnos
es la falta de coraje o de nivel intelectual suficientes para afrontar este
desafío, actitud que debemos asumir no sólo por nosotros sino también por lo
que el resto de la Humanidad espera de nosotros.
Luis M. Villa
En Twitter @LuisVilla2805