Inflación
histórica
A lo largo de 210 años de historia, desde
1810 hasta 2020, la Argentina ha reducido el valor de su moneda a 1 x 10-17.
El Peso Argentino actual es la 100.000 trillonésima parte del Peso Fuerte de
1810 (entendiendo al trillón con el concepto sajón, financiero, como millón de
millones o 1012).
A los famosos 13 ceros de pérdida del siglo
XX (de m$n o Peso Moneda Nacional al Peso Ley 18.188, de éste al Peso Argentino
y luego de éste al Austral y del Austral al Peso actual) debemos sumar los 2
ceros perdidos en lo que va del siglo XXI, lo que ya eleva la cuenta a 15.
Falta computar el cambio de 25 a 1 que se
hizo en la reforma monetaria de los ´80 del siglo XIX durante la primera
Presidencia de Roca (equivalente a 1,25 ceros; para pasar del m$c o $mc o Peso Moneda
Corriente al Peso Moneda Nacional, m$n).
El m$c o Peso Moneda Corriente equivalía
originalmente al Peso Fuerte (17 Pesos Fuertes valían como una onza de oro en
1810).
La cuenta se completa con la desvalorización
sufrida en los primeros 75 años desde 1810 (se pasó de la paridad 17 a 1 con la
onza de oro a 500 a 1; el Peso Fuerte siguió con su paridad pero el m$c no lo
hizo). La cuenta es algo más compleja, se requieren correcciones por la “ley”
(calidad) del metal, etc.
Se llega a una cifra de 17 ceros posteriores
al 1 como cifra bien aproximada para simbolizar la fracción del valor actual equivalente
al valor de 1810.
Esto se representa también matemáticamente del modo correcto diciendo que hemos tenido una inflación promedio de aproximadamente 20 % (acumulativa obviamente).
El cociente 1 / 1,2210 permite calcular un número similar.
Algo
sobre el futuro
Según la reciente publicación conjunta de la
FAO y la OECD, la prospectiva a 10 años prevé que para entonces habrá una
disponibilidad de 3.025 kilocalorías (kcal) por habitante y por día.
Esto supone un incremento de 4 % sobre las
2.900 kcal actuales (en todos los casos, antes de desperdicios y de
transformaciones en proteína animal). Ocurriría luego del aumento de 7 %
respecto de las del año 2000, que eran 2.700 kcal.
En referencia a los incrementos de
producción, que deben atender esta mayor disponibilidad por persona y el aumento
de la población mundial, estiman que un 87 % provendrá de una mayor
productividad por cada cultivo, un 7 % de una mayor intensidad en el uso del
suelo (mayor proporción de doble o triple cultivo por año) y sólo un 6 % de
incrementos de superficie (que se darían mayormente en Sudamérica).
Chiesa
Hay un serio riesgo en no institucionalizar
a las agrupaciones y transformarlas en verdaderas entidades (la Mesa de las
Carnes, el Foro de la Cadena Agroindustrial Argentina que cesó en 2011, el Consejo
Agroindustrial Argentino, la Comisión de Enlace tanta veces confundida con la
Mesa de Enlace, etc).
Actualmente hay en la Mesa de las Carnes un
Coordinador (Dardo Chiesa) que dice exactamente lo contrario del discurso de
las 31 entidades que la componen.
Esas entidades entienden, correctamente, que
el crecimiento o sostenimiento del consumo interno es complementario al de la
exportación. Chiesa dice lo contrario, que era inexorable una colisión y una
crisis, si bien no ha usado la palabra crisis. Esto, entre otras
inconsistencias no menores.
Ver un compendio de ideas equivocadas y mal
hilvandas en https://www.youtube.com/watch?v=yI1_3vu0p54
en el que Chiesa aparece respondiendo en un reportaje de Julio de Vido (h).
Zaiat
En https://www.pagina12.com.ar/355510-las-fabulosas-ganancias-con-maiz-soja-y-girasol-en-la-provin
Alfredo Zaiat usa expresiones poco felices incluso para el tono periodístico (agravado
por ser un Economista y por el hecho de intentar volcar una nota de opinión con
cierta argumentación valiosa, cosa que no logra en ningún momento). Me refiero
a la utilización en 5 oportunidades de la palabra “fabulosos/as” (en el título,
en un hipógrafe y 3 veces durante el texto).
Los precios de la tierra ya habrían
aumentado si la renta fuese tan alta (fabulosamente alta en esta campaña). Por
supuesto hay otros factores, y entre ellos están las regulaciones (por caso, el
precio de la tierra periurbana de Pergamino no va a incrementarse ni siquiera
con subas sostenidas en el valor de la tonelada de soja o de maíz, porque hay
una gran incertidumbre regulatoria allí, agregada a la incertidumbre
generalizada, nacional).
Volviendo a Zaiat, confunde o usa como
medidas intercambiables al Margen bruto y a la Rentabilidad. Una inversión
puede tener mayor margen bruto (o incluso neto) que otra y ésta última ser más
rentable que la primera, al menos antes de ponderar los riesgos de cada caso (si
por renta se entendiera el resultado con independencia de los riesgos, que es
el modo habitual fuera del ámbito profesional de las Finanzas). Si la renta
estuviera ajustada por riesgo, bien podría seguir dándose el caso, una inversión
puede tener mayor margen y menor renta/riesgo que otra.
Siguiendo con el contenido, el autor usa datos
y premisas falsas. Su razonamiento sobre las alícuotas por derechos a la
exportación es falso, porque no tiene en cuenta la alícuota completa o
implícita de cada grano en cada momento. Al comparar la situación actual con la
de 2008, omite tener en cuenta entre otras cuestiones que la presión fiscal
actual es mayor, que la tasa de interés real no ha cambiado significativamente
respecto del año 2008 y que la campaña 20/21 de producción de soja fue pobre (apenas
produjimos 43,5 M Tn). Si bien este dato es nacional y el artículo tiene foco en la Provincia de Buenos Aires, debió ser tenido en cuenta inexorablemente.
En 2008, la alícuota real o implícita por
retenciones se asemejaba mucho a la impuesta mediante las resoluciones vigentes
a ese momento (no había tanta distorsión en los múltiples tipos de cambio, la
macroeconomía estaba aún más o menos ordenada en términos comparativos con la
actualidad, el pari passu no había surgido, y los ROEs no se habían convertido
en un factor).
Recordemos que el cepo cambiario comenzó a
fines de 2011, luego de las elecciones generales, que la aceptación del
argumento de los acreedores por parte del Juez Griesa se produjo en diciembre
de 2011 y que los ROEs (si bien formalmente vigentes desde 2006 y reformulados
en mayo de 2008) no tenían el peso tan negativo que tuvieron años después.
Por lo que es razonable estimar que en 2008
las alícuotas implícitas por derechos de exportación eran de 27 % en maíz y en
trigo y de 38,5 % en soja.
Las actuales son de casi 40 % en maíz y
trigo y de 55 % en soja (38,4 % en maíz, 42,4 % en trigo y 55,8 % en soja; en el
ejercicio que presentaré en la segunda parte).
La explicación, como sabemos, debemos
buscarla en la brecha cambiaria, cercana al 80 % actualmente, y en maniobras que
afectan al buen funcionamiento de varios mercados, maíz y trigo sobre todo en
nuestro análisis.
Hasta la próxima entrega, la parte II, en
esta misma semana.
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