La falta de infraestructura y la presión impositiva
excesiva nos quitan competitividad y bienestar
No se trata de
los únicos déficits. Somos una economía cerrada, los únicos en la región que
exigimos licencias para importar bienes de capital y tecnología y los únicos en
el Mercosur que no hemos ratificado el Acuerdo de Facilitación del Comercio que
se firmó en 2013 en Bali, impulsado por la OMC.
Hay muchos
ejemplos sobre cómo el déficit de infraestructura distorsiona nuestras
decisiones de inversión o directamente nos obliga a diferirlas o a descartarlas.
Por caso, el molino arrocero más moderno de la empresa agropecuaria más grande
del país está emplazado a casi 200
Km de distancia del lugar que debería ocupar, de haber contado
allí con la infraestructura adecuada.
El “Foro de Davos”, World Economic Forum,
publicó el Reporte global de competitividad 2016-2017. Nuestro país continúa en
el grupo de países en transición de la etapa 2 a la 3. Somos 19 países con un
ingreso por persona y por año de US$ 9.000 a US$ 17.000, medidos por la capacidad
doméstica de compra.
Sobre 138 países, nuestra ubicación en
algunos rubros en los que tenemos severos déficits es la siguiente: calidad de
las rutas, Nº 103; calidad de la red eléctrica, Nº 119; ahorro en relación al
PBI, Nº 93; tasa total impositiva como porcentaje del total de utilidades, Nº 138;
servicios financieros acordes a las necesidades de negocio, Nº 133 y efectos
del marco impositivo en la propensión a invertir, Nº 135.
Malasia
pertenece al mismo grupo de transición que nosotros. Dispone de un ingreso per
capita de sólo US$ 9.000 y tiene problemas de malaria, tuberculosis y de
mortandad infantil. Sin embargo, globalmente tiene mejor calidad de vida que
nosotros e igual expectativa de vida. Y nuestra mortandad infantil es 50 % más
alta que la de Malasia.
Ocupábamos el puesto 40 en el LPI, el índice
logístico relativo que publica bianualmente el Banco Mundial; hemos descendido
al puesto 60 en una década.
Todos estos resultados confirman nuestros
problemas de competitividad, pública y privada. Somos la economía N º 25 del
mundo y estamos en el segundo grupo de países más desarrollados, con US$ 14.000
de ingreso per capita, pero ocupamos ahora el puesto Nº 104 en la clasificación
general del WEF.
Todo esto es un problema, pero sobre todo es
una formidable oportunidad para progresar, de modo rápido, consistente y
sustentable.
Otros aspectos no menos importantes
Según el Banco
Mundial, a igual calidad, una inversión en infraestructura en el ámbito rural
genera 3 a
4 veces más beneficios que igual monto invertido en áreas urbanas. Usualmente
esos beneficios se obtienen también más rápidamente y con menores riesgos
asociados.
Lo anterior no
debe interpretarse como un menoscabo para la imprescindible e impostergable
inversión necesaria en la infraestructura del espacio urbano y periurbano.
Expresado en
valores aproximados, el Producto Bruto Mundial (PBM) es US$ 80 trillones
sajones o de la escala corta (TR, millón de millones, 10 a la 12 ó 1.000 Gigas si lo
expresáramos en términos informáticos). El stock de
riqueza mundial es de unos US$ 500 TR.
A nivel mundial,
el tamaño de la deuda privada no financiera creció muchísimo y llegó a US$ 100
TR. Hay US$ 48 TR de deuda nominada en dólares, 8 de los cuales están tomados
fuera de EE.UU. (de los 8; US$ 3,5 TR están en el mundo emergente). Podría
haber un descalce de monedas, algo que conocemos muy bien.
Estamos viviendo
en un mundo donde parecería que casi todos quieren ser rentistas y prestamistas
de momento y casi nadie quiere ser accionista o emprender un proyecto. La
crisis hipotecaria de 2007 y 2008 modificó muchos comportamientos; muchas
empresas y familias de todo el mundo continúan con una conducta defensiva,
conservadora, poco proclive al consumo y a la asunción de nuevos
emprendimientos y riesgos.
Tenemos poca
deuda pública y privada en comparación con el mundo. Eso nos coloca en una
posición favorable para las próximas 2 ó 3 décadas. Nuestra cultura
emprendedora también es una fortaleza, aunque nuestra capacidad innovadora debe
mejorar significativamente. Suele haber confusiones sobre esto; se confunde
mentalidad emprendedora con innovadora.
Desde hace
aproximadamente unos 15 años, los organismos multilaterales de crédito (OMCrd) se muestran muy proclives a concretar préstamos para mejorar la
infraestructura, salvo cuando se trata de viviendas. En sus evaluaciones
sociales de proyectos aceptan tasas de descuento muy convenientes, bajas, en
torno al 5,5 ó 6 % anual o menos aún, lo cual permite que muchos proyectos califiquen
bien.
Los OMCrd están
muy capitalizados.
FONPLATA era
un organismo cuasi simbólico, más que nada político. Hoy maneja US$ 400 M en activos y prevé
llegar a 7.000; está financiando el desarrollo de nuevos puertos en nuestro
litoral.
La CAF, la ex Corporación Andina
de Fomento hoy Banco de Desarrollo de América Latina, disponía de menos de US$ 2.000 M hace unas 3
décadas; hoy tiene activos por US$ 40.000 M .
El BID está
en una nueva etapa de capitalización, previendo totalizar activos por US$ 150.000 M , muy superiores
a los que disponía hace poco.
El Banco
Mundial cuenta con unos US$ 200.000
M .
Es
relativamente poco comparado con el volumen global de las finanzas y con el
poderío del FMI para enfrentar desequilibrios de corto plazo. El FMI dispone de
forma inmediata de US$ 680.000
M ; puede disponer de más fondos aún, si fuera necesario
atender una crisis extraordinaria.
Esos fondos
de los OMCrd son también relativamente escasos cuando se los compara con las
necesidades. Según McKinsey Global Institute, el mundo debería destinar US$ 57 TR
a lo largo de los próximos 15 años para lograr cumplir las metas de crecimiento
previstas. Es un monto equivalente a 70 puntos del PBM. Diferentes documentos y
declaraciones parecen indicar que apoyarían esta idea el FMI, el “Banco de
Basilea” (el Banco central de los bancos centrales) y los países más
importantes del G-20. Por otro lado, la revolución logística por la que
atraviesa el mundo no deja mucho margen de maniobra.
En promedio,
se trata de unos US$ 3,8 TR por año, un monto 11 veces mayor que el que actualmente
se destina a proyectos bajo los sistemas de PPP, como se comentará luego. De
los US$ 3,8 TR, aproximadamente la mitad debe destinarse a infraestructura
básica, agua y saneamiento, hábitat, vivienda, energía, transporte y
telecomunicaciones.
Pero esos
fondos de los OMCrd son significativos para muchos países, incluyendo al
nuestro. Los OMCrd tienen asignados cupos para cada país. La ley de PPP
permitirá que ingresen al país fondos adicionales, “fuera de balance”, es decir
fuera del balance del Estado. Son fondos que estarán asignados a privados para
que ejecuten proyectos en los que el Estado pone muy poco foco. El ejemplo
clásico es la red terciaria de caminos, pero hay muchos más.
Por otro
lado, es razonable estimar que nuestra producción agropecuaria crecerá
significativamente. Dentro de unas 5 campañas se alcanzarían 40 M hectáreas (Ha) de área
sembrada física, agregando unas 4,5
M Ha; produciríamos unas 160 ó 170 M Tn de granos y tal vez unos
4 M Tn de
carne bovina, más el crecimiento en carne porcina y otros rubros.
En cambio, no
es para nada razonable suponer que lograremos ese crecimiento sólo
reinvirtiendo utilidades e incrementando la deuda del sector con el esquema
clásico.
Por otro
lado, vivimos en un escenario disruptivo, impulsado por el paso acelerado del
mundo analógico y aislado al mundo digital e interconectado. En el mundo
digital, las capacidades de procesamiento se duplican constantemente cada
lapsos regulares. Cuando alcanzan cierto umbral, irrumpen masivamente
dispositivos nuevos, como ha ocurrido con los drones. Así ocurrirá, está
ocurriendo en realidad, con la Revolución industrial 4.0, la robótica, los
vehículos autónomos, la Internet de las cosas, las criptomonedas y los contratos inteligentes. Así ocurrirá también, algo demorado
en el tiempo, con la aplicación masiva de la impresión 3 D y la inteligencia
artificial.
Por lo
tanto, es imprescindible lograr que nuestra infraestructura no se vuelva el
factor limitante que nos impida acceder rápido y plenamente a esa nueva etapa
de la humanidad.
continuará
continuará
Ing. Agr. Luis M. Villa
AGRO&FINANZAS
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