Aclaración inicial
No he visto el programa de Mirtha Legrand de
ayer ni tengo previsto flagelarme viéndolo. Sólo he visto y escuchado un breve
extracto que resulta más que suficiente para formular estos comentarios a modo
de respuesta pública.
Grandes números –
Algunas personas que han estado difamándonos
Nuestro país tiene un Producto Bruto Interno
(PBI) de unos US$ 550.000 millones (M), si partimos de valores aproximados,
previos a la devaluación, el overshooting y la sequía (y obviamente previos a
la recesión en ciernes).
Es un ingreso medio anual aproximado de US$
12.360 para los 44,5 M de habitantes, confirmando que somos un país con un desarrollo
intermedio.
El agro (todo lo que ocurre “tranqueras
adentro”) contribuye con unos US$ 38.000 M, aproximadamente un 7 % del total.
Este es un número que suelen interpretar y utilizar
erróneamente quienes parecen disfrutar con señalamientos hacia el agro basados
en verdades a medias.
Pienso en Javier Rodríguez, funcionario de
Agricultura en el final del kirchnerismo y hombre del riñón de Axel Kicillof,
compañero de él en el CENDA. Rodríguez protagonizó algunos debates con Juan
José Llach que confirman la falta de ecuanimidad hacia el agro por parte de
muchos investigadores.
Pienso también en la fallecida Norma Giarracca
y en su pareja Miguel Teubal, integrantes del Instituto de Investigaciones Gino
Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.
Teubal es Investigador Superior del CONICET. Sólo aproximadamente el 1
% de los más de 10.000 Investigadores revisten la condición máxima, la de
Investigador Superior.
Giarracca siempre se manifestó como
profundamente anticapitalista y afirmó que la agricultura industrial es “imperialista
y excluyente” (sic). Es importante leer lo que ellos han publicado sobre la
125, es muy aleccionador.
También leer sus tuits y retuits. Por
ejemplo, como ya he retuiteado hoy domingo 09/09, aquel en el que Giarraca dijo
que General Deheza era “una ciudad atravesada por el agronegocio y con un olor
pestilente” (sic).
En Twitter he citado ya a Hernán Giardini,
de Greenpeace. A él también le gusta utilizar el término sojero como un
insulto. Repite, como muchos ambientalistas, que hemos deforestado 70 M de hectáreas,
lo cual es un dato alevosamente falso.
De este tipo de seudointelectuales y
activistas es que han estado nutriéndose periodistas como Laura Di Marco, nuesto
Reynaldo Sietecase (nuestro por rosarino, visto desde mi perspectiva) y María O'Donnell.
Pero también hay investigadores con formación
biológica que están en contra del agro con argumentos insólitos. Por caso, la
semana y también por Twitter, Ernesto Resnik (Biólogo molecular) me dijo “el
campo ha sido, lamentablemente, parte de la cultura de corrupción, evasión,
precariedad laboral y desfinanciación del Estado con su oportunista
'informalidad'” (sic).
Y también me dijo “el campo argentino evade
impuestos como ninguno, el campo argentino es el único en el mundo que roba
patentes y royalties y perjudica el desarrollo tecnológico del mismo campo” (sic).
Volviendo a los números, del total de
nuestro PBI, 7 % lo aporta el agro hasta la tranquera, aproximadamente un 17 %
la industria (tuvo un pico a mediados de los ´70 y luego no paró de caer) y el
resto son servicios. Dentro de la industria, la agroindustria ppmte dicha (alimentos,
bebidas y tabaco) es el 30 %, la madera
es el 1 % y textil y curtiembres son el 8 %; con lo que agroindustria en un
sentido amplio es casi un 40 % de la industria.
El Producto Bruto Mundial es de unos US$ 80 Trillones (Tr, trillones sajones, millón de millones o 10 a
la 12). El agro hasta la tranquera es
US$ 3,5 Tr, la industria es 22,5 y el resto son servicios. De los 22,5 de
industria, 5 son agroindustria en sentido amplio.
Hay países en los que la agroindustria es
unas 13 veces el agro (EE.UU.) o unas 80 veces (Países Bajos). Mientras, el
promedio mundial es 1,5 veces y en el caso nuestro ni siquiera llegamos a eso.
Esto puede verse como un problema o como una
solución, una forma de progreso sostenido (el vaso está parcialmente lleno, hay
mucho por hacer).
Nuestro costo logístico es gigantesco, de 27
% del PBI (hemos descendido en el LPI, el índice relativo que elabora el Banco
Mundial). En Chile es 18 % aproximadamente y como promedio en los países de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) es 9 %.
Bajar en un tercio nuestro costo logístico y
asignar algo más de la mitad de ese ahorro a mejorar el ingreso de las familias, significaría unos
US$ 250 mensuales para cada una de las 11,5 M de familias que habitan el país.
Lograrlo requiere dedicar anualmente a infraestructura no menos de 7
puntos del PBI durante un par de décadas, con distintos mecanismos. La
Participación Público Privada es uno imprescindible.
De nuestro PBI, 75 % se destina a consumo,
10 puntos a mantener la infraestructura existente y sólo 15 a ahorro / inversión.
Nuestra estrategia debería ser pasar a exportar
unos US$ 150 ó 180.000 M de agro, aunque el valor por tonelada no supere los US$
600. A partir de allí, avanzar en el agregado de valor. Esto requiere una economía mucho más grande, con inversiones anuales duplicando como mínimo a las actuales.
Hoy somos una economía cerrada, que apenas
exporta US$ 1.500 / hab / año contra 20.000 de Alemania (a lo que hay que sumar
lo que generan las empresas alemanas fuera de su país).
Breve conclusión
Es imposible crecer y desarrollarnos con otra estrategia que no sea esta, mucho crecimiento del agro y de la agroindutria, mucha mejora en la productividad, la innovación y la logística.
En todos esos temas no hemos tenido hasta
ahora el lobby que asegura Di Marco, sino todo lo contrario.
Debemos diluir el enorme costo fijo diario que
implica “levantar la persiana” en nuestro querido país.
No
sobra gente, al contario. Faltan 6 M de empleos de calidad, la enorme mayoría
en el sector privado y con una distribución territorial acorde.
Si algo quiere hacer el sector agropecuario
es invertir y reinvertir en el país y ayudar al crecimiento y al desarrollo
nacional.
Ing. Agr. Luis M. Villa
AGRO&FINANZAS
Algunos derechos reservados
1 comentario:
Por supuesto hay muchos políticos que difaman al agro, usando argumentos enteramente falsos. En Twitter cité a Pino Solanas y a Alciera Argumedo.
No hay que dejar de nombrar a Myriam Bregman quien dice que como ella vivió un tiempo en el campo sabe y conoce perfectamente lo que allí ocurre y eso la habilita para decir que no tenemos ningún mérito.
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